martes, 27 de febrero de 2024

La palabra penumbra


 

Aunque puede asociarse al intervalo que precede al alba, la penumbra no nos sugiere el amanecer, sino la caída del sol, la huida. 


Mientras estudio Latín e intento terminar el último trabajo práctico, me detengo ante una pregunta que me interesa: "¿Cuál es la etimología de la palabra penumbra, a qué momento del día esta palabra se aplica y por qué?". Las líneas que siguen, consistentes aunque no exhaustivas, proceden de ahí. 

Dice el Diccionario de la lengua española que penumbra es ‘una sombra débil entre la luz y la oscuridad, que no deja percibir dónde empieza la una o acaba la otra’. La componen las palabras latinas paene ‘casi’ y umbra ‘sombra’. La penumbra es entonces una especie de aproximada, de inminente oscuridad. Aunque puede asociarse al intervalo que precede al alba, la penumbra no nos sugiere el amanecer, sino la caída del sol, la huida. En ese declive o limbo tenebroso, la oscuridad crece y nos adentra, plenos, en la noche.

En Fervor de Buenos Aires, libro que Jorge Luis Borges publica en 1923, la palabra penumbra y las voces que la rodean o con las que se emparenta evocan el atardecer: lo describen, lo celebran.


Las calles de Buenos Aires

ya son mi entraña

No las ávidas calles,

incómodas de turba y ajetreo,

sino las calles desganadas del barrio,

casi invisibles de habituales

enternecidas de penumbra y de ocaso.

(poema “Las calles”, que abre el volumen)

 

Aparece nuevamente ese espacio de recogimiento simbólico u hora solemne de la vida en las primeras líneas del poema “Calle desconocida”.

 

Penumbra de la paloma

llamaron los hebreos a la iniciación de la tarde¹

cuando la sombra no entorpece los pasos

y la venida de la noche se advierte

como una música esperada y antigua,

como un grato declive.

 

“¡Oh, noche! ¡Oh, refrescantes tinieblas! Sois para mí la señal de una fiesta interior y la liberación de una angustia. […]. Crepúsculo, qué dulce eres y qué tierno”, coincide Baudelaire en El spleen de París, según la traducción de Margarita Michelena. Y en sus Cantos órficos, Dino Campana, traducido por Victoria Montemayor, añade: “La luz del crepúsculo se atenúa: / Para los espíritus inquietos dulce son las tinieblas”.


Borges también alude a la penumbra, aunque en forma de metáfora, al hablar de su ceguera. Es 1959, y en el Poema de los dones, uno de sus poemas más recordados dice:


           Lento en mi sombra, la penumbra hueca

exploro con el báculo indeciso,

yo, que me figuraba el Paraíso

bajo la especie de una biblioteca.


Vuelve sobre el tema diez años después al escribir Elogio de la sombra. A diferencia de lo que sucede en el poema anterior, Borges insinúa haber alcanzado aquí el tiempo de la dicha y la sabiduría.

 

Esta penumbra es lenta y no duele;

fluye por un manso declive

y se parece a la eternidad.

Mis amigos no tienen cara,

las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,

las esquinas pueden ser otras

no hay letras en las páginas de los libros.

Todo esto debería atemorizarme,

pero es una dulzura, un regreso.

En su conferencia “La ceguera”, que integra el volumen Siete Noches (1980), continua: “… pero en el caso mío, ese lento crepúsculo empezó (esa lenta pérdida de la vista) cuando empecé a ver. Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo”.

Volviendo a las preguntas iniciales, la penumbra (en sentido figurado o no) no es tanto el intervalo que preludia una supuesta claridad, sino el entreacto que antecede a la caída, al paulatino paso hacia la noche.

El Diccionario Vox Latín - Español parece ratificarlo en una de las acepciones del término umbra. ‘Oscuridad de la noche’, indica.

Algo curioso ocurre, sin embargo, en el siguiente verso del poema “Afterglow”, presente también en Fervor:

Siempre es conmovedor el ocaso

por indigente o charro que sea,

pero más conmovedor todavía

es aquel brillo desesperado y final

que herrumbra la llanura

cuando el sol último se ha hundido.

 

El vocablo herrumbra (forma de la tercera persona del singular del presente del indicativo activo del verbo herrumbrar, que no tiene nada que ver con la sombra) configura, en las dos últimas sílabas, “umbra”. Si bien no hay rastro de sombra en herrumbrar, no nos animaríamos a decir que Borges haya escogido el verbo al azar. Por lo demás, según él, penumbra es una de las diez palabras más bellas de la lengua castellana. Lo confirma Esteban Peicovich en su libro Poemas plagiados.


            EL PALABRISTA


            Sándalo

            Jacarandá

            Penumbra

            Cristal

            Sombra

            Anhelar

            Runa

            Arena

            Hexámetro

            Ámbar 


            (Las diez palabras más bellas de la lengua castellana según Borges)


¹ Respecto de la inexactitud de los primeros versos de “Calle desconocida”, Borges hace una aclaración en la edición de sus Obras completas. Dice: «Es inexacta la notica de los primeros versos. De Quincey anota que, según la nomenclatura judía, la penumbra del alba tiene el nombre de penumbra de la paloma; la del atardecer, del cuervo».

(texto publicado en la revista Hablar de Poesía)

lunes, 11 de diciembre de 2023

«Amarcord», 50 años

Texto publicado en el suplemento dominical del diario La Nación.


Desde el estreno de Amarcord en diciembre de 1973, el mundo ha cambiado radicalmente. La manera de hacer cine y de consumirlo también. Algunos aún sienten el cimbronazo y tienen saudades. En una nota publicada en 2011, en el suplemento adnCultura de la Argentina, el crítico Néstor Tirri dice respecto de estos avatares algo más o menos así: “Hay una generación que todavía se pregunta adónde han ido a parar los principios estéticos que provocaron estremecimientos con películas como Casanova, Amarcord o La dolce vita, de Fellini, y El silencio y Tres almas desnudas, de Bergman, por evocar solo algunos títulos de dos filmografías irrepetibles”. En la misma sintonía, habla Martin Scorsese en un artículo que publica, una década más tarde, el periódico francés Le Monde Diplomatique: El cine, convertido en entretenimiento visual, ha perdido su magia”.

Sin ahondar en los cambios de fórmulas o en la evolución del lenguaje cinematográfico, nos adentramos en Amarcord, cuyo recuerdo permanece lozano y vivo.

*

Algunos resultados que arroja Google cuando se escribe la palabra Amarcord dicen cosas como “Crónica de la vida cotidiana en un pueblo del norte de Italia durante el fascismo”; “Grotesca estampa de una ciudad habitada por una caterva de pintorescos y cómicos personajes”; “Una sucesión de episodios que ocurren en un pequeño pueblo costero del norte de Italia a lo largo de un año entero, desde que llegan los vilanos en primavera hasta que se repite ese mismo fenómeno un año después”; “La película más personal de Federico Fellini, que satiriza su juventud y convierte la vida cotidiana en un circo.

Que sea la película más personal de Fellini es una afirmación discutible. Con todo, no hay que escarbar demasiado para darse cuenta del marcado contenido autobiográfico de la obra. Dicho por algunos estudiosos y admitido por el propio realizador, Fellini se siente aún perseguido por un cúmulo de recuerdos adolescentes (experiencias totalmente subjetivas y distorsionadas) y quiere liberarse. Procura soltar o acaso exorcizar las sombras que aún lo poseen para dar el adiós definitivo a Rímini o a cierta época de su vida en Rímini. No está seguro de si puede uno deshacerse de ese lastre prenatal, pero lo intenta. Y en el intento se rodea de nombres clave del cine italiano.

Busca a Tonino Guerra, y juntos escriben el guion. Guerra es poeta y es, además, de Santarcangelo, un pueblo montañoso cercano a la costa adriática, pintoresco y teatral (así lo recuerdo yo durante mi paso un inolvidable pomeriggio de primavera). “También él puede contar historias parecidas a las mías —ha dicho Fellini—. Nos une el mismo dialecto y una infancia pasada en la misma campiña, la misma nieve, el mismo mar”.

A Guerra se suman, entre otros, Franco Cristaldi, quien respalda y permite dar inicio al proyecto; Giuseppe Rotunno, a cargo de la dirección fotográfica; y Nino Rota, quien compone para Amarcord una de las piezas más recordadas y queridas del cine mundial.

A estos nombres, se añade luego el elenco: las caras, los gestos, los cuerpos, a cuya selección Fellini dedica meses. Una tarea desmesurada, neurótica, en la que al cineasta casi siempre se le va la vida. Nunca es suficiente, nunca quiere que termine.

Los candidatos en los que pone el ojo para Amarcord son en su mayoría aficionados y actores de compañías de provincia: rostros sugerentes, expresivos, caricaturescos. Pensemos solo en el paisaje humano de la escuela, aquella pobre escuela ignorante, y, en concreto, en el profesor de Griego, quien fracasa una y otra vez al intentar que un alumno pronuncie correctamente la palabra emarpszamen.

No hay en el filme, sin embargo, un protagonista verdadero. “Si algún personaje es su centro —anota el crítico de cine Hollis Alpert—, lo es el adolescente Titta, presuntamente sugerido por el amigo de la adolescencia de Fellini”. Bruno Zanin, el único sobreviviente del elenco de Amarcord, encarna a aquel rubiecito que se pierde entre las tetas de una tabaquera de Rímini.

Otra figura relevante es la de Gradisca, mujer bomba con la que fantasean y por la que suspiran los hombres, adolescentes y adultos, de todo el pueblo. “Delante del café Commercio —se lee en Rímini, mi pueblo, de Fellini—, también pasaba la Gradisca. Vestida de un raso negro que despedía fulgores de acero, despertaba auténticas pasiones. Las caderazas parecían ruedas de locomotoras en movimiento”.

La única que sirve para este papel, en opinión de Federico, es Sandra Milo, pero, por entonces, Milo se ha retirado del cine y se niega a volver, a pesar de la obstinada insistencia del cineasta (dicen que hasta llegó a enviarle un centenar de rosas rojas que incluían, además, una carta triste y desesperada). El reemplazo ocurre, no obstante, rápida y satisfactoriamente. Magalí Noel, quien ha desempeñado ya un papel menor en La dolce vita (1960), se convierte en Gradisca y en el único nombre destacado en todo el reparto de Amarcord. La Rímini de Fellini, recreada enteramente en los terrenos de Cinecittà, está lista, y es tiempo de empezar a rodar. Así, sin más preámbulos, se empieza. 

 (la nota completa, en el suplemento dominical del diario La Nación)

viernes, 24 de noviembre de 2023

«Amarcord», un viaje al pasado con ironía y extravagancia


Amarcord cumple cincuenta años, y en La Nación, lo celebramos con esta nota.

«Fellini busca, en efecto, un término que exprese dos perspectivas o direcciones posibles; que indique una cosa y también la contraria: ternura e ironía, juicio y complicidad, rechazo y adhesión. Y lo encuentra en la recreación de un vocablo: amarcord un raro giro fonético, una paradoja verbal, la imitación de un desahogo, que acaba renovándose en la mayoría de los diccionarios de Italia»

lunes, 4 de julio de 2022

Por la gloria de Victoria Ocampo

                        
  
              
«Antes que fruto de una decisión consciente, el poder que emanaba de Victoria (como lo señala Horacio Armani) era una suerte de fatalidad incontrastable»

Mucho se ha escrito en torno de la figura de Victoria Ocampo (1890-1979). Sin embargo, como si algo quedara aún por desentrañarse o, acaso, por dilucidarse, la voz de Ivonne Bordelois se alza, hoy, contundente, para reivindicar a esta dama de las letras y darle el lugar de privilegio que, por muchas razones, merece. El resultado es Victoria. Paredón y después, un volumen publicado recientemente por las editoriales Edhasa y Libros del Zorzal.

El título de la obra es un acertado juego de palabras. Recuerda el tango de Homero Manzi, “Sur”, y el nombre de la revista de la que Ocampo fue fundadora, pero, sobre todo, remite al “paredón” en el que, al decir de Bordelois, se arrinconó a Victoria y en el que hubo (sigue habiendo), por prejuicios, por resentimientos, por falta de empatía o, tal vez, de comprensión, demasiados fusiladores. «Es hora de instalar “el después” y de mostrar cuál era la talla de Victoria», dice la autora de La palabra amenazada, en una entrevista reciente.

Para trazar, en su justa medida, la envergadura de Ocampo y componer una imagen de ella más honesta y generosa, Ivonne recurre al análisis de una cuantiosa bibliografía y se vale, además, de experiencias y recuerdos propios: sus colaboraciones en la revista Sur y su paso precoz, pero afortunado, por algunos de los eclécticos y fecundos encuentros sociales que tuvieron lugar en Villa Ocampo.

«Reducir a Victoria al rol de admirante perpetua —dice—, de consoladora inigualable, de amiga abnegada e incondicional (de traductora y mecenas) es ignorar la originalidad y los dones críticos de una mujer que sabía mucho más de literatura que de teorías literarias y superaba su formación autodidacta a golpes de audacia y de una energía intuitiva inagotable».

El volumen se divide en tres partes. En la primera, “Victoria, esa desconocida”, la autora moldea un fino retrato de Ocampo a partir de una diversidad de voces que, como un diálogo exquisito, coinciden, disienten y se complementan. En la tercera parte, “Victoria y Virginia: lo que pueden decirse una mula y una cabra”, Bordelois ahonda en el vínculo de Ocampo con Woolf e ilumina aspectos de la relación que algunos detractores han pretendido abordar parcial o sesgadamente. Sin embargo, es “La gran galería”, la segunda de las tres partes, el capítulo más elocuente o, acaso, el que mejor sirve para confirmar el genio crítico de Victoria y para rubricar las intenciones del texto. Aparecen, aquí, pintados por el ojo de Ocampo, algunos de sus célebres interlocutores —Mistral, Tagore, Valéry, Caillois, Ortega y Gasset, personajes que admiró, que la respaldaron, con quienes comulgó y también discrepó.

«… Ocampo escribe rodeada de silencio. Y a pesar de su propensión a las admiraciones generosas, no deja de clavar un estilete agudísimo en las grietas de los gloriosos».

Al referirse a Gabriela Mistral, dice: «Habla sin levantar la voz, sin hacer gestos, sin que nada se mueva en su cara, fuera de su boca melancólica. Yo la escucho como si fuera una niña que todo lo tiene que aprender. Así me siento ante ella y ante los que contándome su propia vida me revelan los secretos del universo».

De Anna de Noailles, desliza, entre otras cosas:

Esa noche me fui de la rue Scheffer totalmente desconcertada. Me había seducido el esprit, la locuacidad inagotable de Mme. de Noailles; pero no había encontrado a la autora de los Éblouissements y de Les Vivants et les morts, por lo menos tal como yo los había leído, y me preguntaba en qué momento del día o de la noche pudo haberse hecho en torno de esta mujer vertiginosa —y toda fuegos artificiales— suficiente silencio, suficiente penumbra para que pudiera volver a la verdad de su corazón y sacar de él alguno de esos versos magníficos, cuya belleza no se puede, sin mala fe, poner en discusión.

Y, así, con el ardor del flechazo, recupera el momento en que ve, por primera vez, a Julián Martínez, su amante durante trece años: «Miré esa mirada y esa mirada miraba mi boca, como si mi boca fuese mis ojos. Mi boca, presa en esa mirada, se puso a temblar».

Gracias a Victoria Ocampo a su intuición, osadía y ansias transformadoras—, Latinoamérica aprendió a conocer a autores como Camus, Sartre, Malraux y Virginia Woolf. «Victoria fue protagonista y pionera dice Bordelois. Apoyó a multitud de escritores extranjeros, pero también exportó talentos. Borges no sería conocido en el mundo si no fuera por Victoria y los amigos de Victoria, que llevaron su nombre a París».

Waldo Frank dijo de ella que había venido al mundo con tres maldiciones: la de la belleza, la de la inteligencia y la de la fortuna. Ezequiel Martínez Estrada señala que Ocampo atraviesa con una rama dorada la selva donde habitan las panteras y los leopardos. Albert Camus le confesó por carta que había más vida en ella que en todo el océano y que el problema sería justamente hacerla entrar en las páginas en blanco y clásicas de un libro.

Ivonne Bordelois nos devuelve, en Victoria. Paredón y después, una mirada de Ocampo incontrastable y luminosa, y nos ofrece renovados motivos para la celebración. Por la excepcionalidad y gloria de esta “tromba desconcertante”.

(texto publicado en el número de julio de la revista Letras Libres)

sábado, 21 de mayo de 2022

Libro marcado


Se sabe que un libro usado puede contener y, de hecho, contiene, marcas de todo tipo: subrayados, notas al margen, manchas de café, páginas dobladas o rotas, dedicatorias. Este ejemplar de Sin plumas, de Woody Allen, un librito, desopilante, del que acabo de apropiarme, contiene estas líneas (divino hallazgo) escritas por mi papá un lunes de febrero de 1980: "Mi hija María / Flor de mi tiempo / maduro / ya es hoy y mañana / será / todo el sentido de mi vida". 



domingo, 20 de marzo de 2022

Marginalia de Pessoa


Además de su propia producción literaria, Fernando Pessoa dejó, tras su muerte, una biblioteca multilingüe densamente escrita y subrayada. Esas marcas, llamadas técnicamente “marginalia”, constituyen, al decir de los que saben, un elemento fundamental para aproximarse a él y a su obra.

“Pessoa traducía, subrayaba, escribía al margen lo que otros despertaban en él”, se lee en la página web de la Casa Fernando Pessoa, donde se conserva, en físico y digital, gran parte de su biblioteca particular, unos 1300 títulos, más de la mitad en lengua inglesa: libros que compró, le regalaron, heredó, editó, leyó y marcó profusamente.  

En "El rastro de los libros". El texto completo, en la edición 211 de la revista El Malpensante.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Diario de la pandemia

 


El Diario de la pandemia, donde tuve la suerte de escribir, es ahora un libro editado por la UNAM

"Al decretarse la pandemia, Guadalupe Nettel y Jorge Volpi comenzaron a buscar a aquellos testigos que, desde distintos lugares del orbe y desde diversas perspectivas, estuvieran dispuestos a compartirnos unas de sus jornadas de este tiempo extraordinario. Gracias a todos ellos, se articula este diario colectivo, esta crónica parcial e ininterrumpida de este tiempo de virus. Voces que, de Venecia a la Ciudad de México, de Seúl a Milán, de Luanda a Buenos Aires, pudieran abrir un resquicio de luz en medio de la tiniebla viral. Desde el 28 de marzo hasta el 30 de junio, algunos de los mejores escritores de nuestra época compartieron su experiencia, día tras día, en la Revista de la Universidad de México. Una suma de dudas y saberes, de frustraciones y vislumbres ahora trasladados a este Diario de la pandemia. Un recuento, accidentado y frágil como la vida misma, de cómo la literatura nos impulsa a sobrevivir". 

miércoles, 6 de mayo de 2020

Final del viaje


Dicen que los síntomas se parecen a los de una gripe normal: fiebre, dolores musculares y tos seca. Dicen que los más viejos y quienes padecen de otras patologías son el grupo más vulnerable. Dicen que los que tienen fiebre y sienten dificultad para respirar deben comunicarse con el SNS24: el Centro de Contacto do Serviço Nacional de Saúde. Según las últimas noticias, en Portugal, hay 59 casos positivos de covid-19, y los pronósticos, en el país y en el mundo, son todos desalentadores. La ministra de salud Marta Temido pide que se refuercen las medidas de contención y apela al buen juicio de los portugueses. Es miércoles 11 de marzo, es 2020, y estoy en Lisboa.

(texto publicado en la Revista de la Universidad de México)

miércoles, 22 de abril de 2020

domingo, 8 de marzo de 2020

Pessoa

                                                                @Lisboa, março 2020

Visito Lisboa desde hace casi dos décadas. Fui por primera vez en el año 2000 en un viaje en el conocí también el pueblo de mi padre, en la Beira Alta. Volví a la capital de Portugal al año siguiente, y en 2003, ya decidida, me instalé por un tiempo para estudiar lengua y cultura portuguesas. Estudiaba en la Universidad Nova de Lisboa y vivía en la Ajuda, un barrio de calles encaramadas y algo laberínticas, en un departamento de dos plantas que compartía con otras tres estudiantes. Desde la sala de estar, podía ver, imponentes, el Puente 25 de Abril y el Tajo infinito. Regresé a Argentina a fines del 2003 y, desde entonces, cada vez que puedo vuelvo a Lisboa para matar saudades.
La fadista Mísia acierta cuando dice que la saudade es como la presencia de una ausencia. “No es un sentimiento negativo aclara sino algo creativo de eterno retorno, algo como un vacío lleno de memoria”.
“…cuanto más lejos siento el pasado/ la saudade más cerca siento”, escribió Pessoa.
Fue durante aquella época de estudiante en Lisboa cuando empecé a leer con más detenimiento la obra del poeta portugués y cuando aprendí mucho de lo que sé de él que es, en general, considerando lo huidizo y enigmático de su carácter, lo mismo que todos saben. En su ensayo El desconocido de sí mismo Octavio Paz dijo: “Su secreto está escrito en su nombre: Pessoa en portugués quiere decir ‘persona’ y viene del latín persona, máscara de los actores romanos. Máscara, personaje de ficción, ninguno: Pessoa. Su historia podría reducirse al tránsito entre la irrealidad de su vida cotidiana y la realidad de sus ficciones”.
Pessoa resumió lo anterior diciendo: “Me he multiplicado para sentirme”. Y selló el dramatismo de su personalidad a través de una de sus máximas creaciones: los heterónimos —Álvaro de Campos, Alberto Caeiro y Ricardo Reis, entre otros—, más de cien autores ficticios, álter egos del poeta, dotados de una biografía, una manera de pensar y un discurso capaces de dialogar, contradecir y hasta juzgar a su propio creador, Pessoa, el ortónimo, el primer lector de sus ficciones.
“Así continua Paz—, no es inútil recordar los hechos más salientes de su vida, a condición de saber que se trata de las huellas de una sombra. El verdadero Pessoa es otro”.
Entre esos hechos salientes, menciono algunos: su nacimiento en Lisboa, en 1888; la muerte de su padre cinco años después; las segundas nupcias de su madre con el cónsul portugués en Durban; su mudanza al país africano; su educación inglesa y el regreso definitivo a Portugal, en 1905, veintitrés años antes de que, al otro lado del Atlántico, naciera un tal Juan Antonio Bucich.

(fragmento de "El rastro de los libros", texto publicado en la revista El Malpensante)

lunes, 20 de enero de 2020

Fellini - 100

                                                                                          Fuente: AFP
“Mi primer encuentro con Federico fue para hacer La dolce vita —confesó Marcello Mastroianni, en su libro Sí, ya me acuerdo—. Tuvo lugar en Fregene, donde él tenía una villa. Naturalmente, yo estaba muy excitado. Y Fellini, con aquel aire de encantador de serpientes, aquella vocecilla que sonada como una flauta mágica, exclamó de inmediato: ‘Ooooh, mi querido Marcellino, me alegro mucho de verte. Tengo un proyecto para rodar una película; el productor es Dino De Laurentiis. De Laurentiis quiere a Paul Newman para el papel de protagonista. Paul Newman es un gran actor, una estrella, desde luego, pero es demasiado importante. A mí me sirve una cara cualquiera’”.
Ante manifestación de honestidad semejante, Mastroianni, como todo el  mundo sabe, no se ofendió.
“Para Fellini hacer cine era realmente un juego —diría Marcello después—, una fiesta, una fiesta continua”.

(mi homenaje a Fellini, en La Nación Revista)

lunes, 13 de enero de 2020

La dulce vida de Federico Fellini


El mundo se prepara para homenajear a uno de los grandes maestros del cine. Cómo un solitario dibujante de Rímini se convirtió en un artista irresistible que hasta acuñó su propio adjetivo. Texto publicado en La Nación Revista.

jueves, 9 de enero de 2020

Introducción a "La orquesta impensada"


Introducción a "La orquesta impensada", en Crónicas de América Latina: Narrativa de no-ficción, editorial Routledge, disponible en Amazon, en tapa dura, tapa blanda y Kindle.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Crónicas de América Latina


Mi crónica "La orquesta impensada", en este volumen de Crónicas de América Latina: Narrativa de no ficción, publicado recientemente por la editorial británica Routledge. Se trata de una antología para la enseñanza de español avanzado en Estados Unidos y Gran Bretaña.
La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura es una agrupación de niños y adolescentes que tocan instrumentos hechos con restos de basura. Son oriundos de Cateura, una localidad formada alrededor del mayor basurero de la capital paraguaya. La crónica cuenta la historia de cómo una iniciativa para integrar a jóvenes de zonas marginales termina por llamar la atención internacional y del día en que el grupo Metallica les propone oficiar de teloneros en su gira 2014 por Sudamérica.

Cateura no es, en opinión del profesor Chávez, un lugar para tener un violín de hecho un violín cuesta más que una casa. No obstante, gracias a su empeño y a la ayuda de muchos, en las casas de la localidad hoy hay violines y otros instrumentos musicales.

Compilaron la antología Miguel Á. Novella, profesor asociado de español en Eastern Washington University, y Esteban Mayorga, profesor de literatura y de estudios latinoamericanos en el Departamento de Lenguas de la Universidad de Niágara, Nueva York, y en la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador.

jueves, 17 de octubre de 2019

Chica que lee

                                                           © María Soledad Pereira

viernes, 20 de septiembre de 2019

El rastro de los libros



Una lectora de Pessoa compra en Mercado Libre una edición de la primera antología que se hizo del autor portugués en Latinoamérica. En la marginalia encuentra un camino que la lleva hasta el anterior propietario. Un puente entre Lisboa y Buenos Aires.

(texto publicado en la Edición 211 de la revista El Malpensante)

sábado, 14 de septiembre de 2019

Crónicas de América Latina


Mi crónica "La orquesta impensada" elegida para integrar este volumen de Crónicas de América Latina: narrativa de no-ficción, que la editorial británica Routledge publicará próximamente. Se trata de una antología de crónicas diseñada para la enseñanza de español avanzado en Estados Unidos y Gran Bretaña.

“Los textos, fascinantes y accesibles, permiten que los estudiantes se adentren en la compleja realidad contemporánea, tanto política como social y cultural, de América Latina, mientras refuerzan la lectura, la redacción y la conversación. Los ejercicios, todos ellos diseñados a partir de los propios textos, pretenden repasar problemas gramaticales y léxicos tradicionales, con especial énfasis en aquellos que atañen a las variedades dialectales del español americano: por ejemplo, el uso del pronombre ‘vos’”.

martes, 2 de julio de 2019

Un cuarto propio


                                                                                     Lisboa © María Soledad Pereira