jueves, 29 de agosto de 2013

Apariencias

                                                                                                 

Una casa de fines de 1800 convertida en local de venta de Pedigree y, hermoseo mediante, en una construcción amarilla y azul: eso es la foto. Una casa con ventanas de dos hojas y puerta de madera de, podría suponerse, cualquier localidad provinciana: chata, siestera, apacible. Uno de esos sitios donde los viejos se sientan a la puerta y se abrochan las botamangas cuando van en bicicleta, viejos como salidos de los tiempos de la casa, pero no. Aunque reciente, la imagen no es, en rigor, representativa de la ciudad a la que pertenece. Pudo haber sido, sí, cuando la ciudad, Zárate, era otra: una calle principal, algunos comercios y todas caras conocidas. Cuando abrir ventanas era una práctica cotidiana para hacer sociales y de paso ventilar. Cuando el miedo no era más que eso: algo en lo que nadie pensaba. Hoy, en cambio, casi todos piensan. En lo que va del año, los zarateños organizaron cincuenta y ocho marchas en protesta contra el delito. Hay homicidios, asaltos, violaciones: un panorama que no es el de la foto. Una foto así desconcierta. Es apócrifa, una versión recortada, como toda fotografía al fin, de una ciudad, al parecer, anterior: chata, siestera, apacible.

(texto escrito en el marco del taller de Crónica Periodística coordinado por Josefina Licitra para la revista Orsai)

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