jueves, 24 de octubre de 2024

El gran dictador

Pequeña historia tendiente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir


El 11 de agosto voy a la FED y compro el epistolario de Bordelois y Pizarnik. Salgo y busco la parada del 71. Junto al cordón, veo un CD sobre el que han escrito tres títulos de Chaplin; entre ellos, El gran dictador. Llego a casa; el CD funciona perfecto. Aun así, lo dejo y me pongo a leer. Un día de 1969 (también es agosto), Ivonne le escribe a Alejandra desde Boston: “Ahora espero a unos amigos con quienes voy a ver una de Chaplin”, dice. Y la película de la que habla es, sí, El gran dictador.

                                                   Editorial Las Furias, 2024

 


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("Pequeña historia tendiente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir, o sea que las leyes podrían ceder terreno a las excepciones, azares o improbabilidades, y ahí te quiero ver", escribe Julio Cortázar en Historias de cronopios de y de famas, en 1962) 

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Curiosamente, Ivonne Bordelois se refiere a estas excepciones en uno de los capítulos de Noticias de lo indecible (Libros del Zorzal, 2018). Aquí dice haber pasado por sucesos verdaderos que resultan inverosímiles. Habla del azar, de ciertas coincidencias inexplicables, e incluso menciona haber recurrido a una vidente, quien le vaticinó que ella pertenecía al mundo de las palabras y que las palabras la acompañarían hasta el fin de sus días.

—¿Cómo se explican, en su caso, una mujer de ciencia, estas magias que se le han presentado a cada vuelta del camino?, le pregunto, meses atrás, cuando conversamos para La Nación.

—En efecto, ha habido en mi vida algunos episodios y coincidencias inexplicables. Por ejemplo, una suerte de rapto telepático en el MIT que me permitió sobrevivir a uno de los mayores riesgos de mi carrera. El punto aquí es el desinterés con que este tipo de acontecimientos se contemplan desde el racionalismo que impera en la epistemología contemporánea, impermeable a lo que podrían llamarse las embestidas de lo desconocido. 

Se trata de episodios verdaderos que resultan inverosímiles cuando son relatados y por eso acaban por configurarse en el terreno de lo secreto. Eduardo Álvarez Tuñón se refiere a este territorio como "lo real inverosímil". No hay pruebas, y en cambio pueden sobrar los detractores interesados, aparte de los escépticos ilustrados que no quieren pasar por crédulos. Lo esencial se vuelve así indecible.