Si hay algo que sorprende en la correspondencia es el entusiasmo, la vitalidad y la intensidad de Pizarnik, “mujer hecha para cuevas y catacumbas”, que en ningún momento deja de acompañar a su amiga, de imaginar proyectos en común (algunos probablemente descabellados) y de buscar los medios más propicios para llevarlos adelante (dar visibilidad a la obra de las voces en las que cree parece ser acaso uno de sus empeños más fervorosos).
El 15 de diciembre de 1963, escribe desde Francia.
“No sé si sabés quién es Bruno Schulz. Una suerte de segundo Kafka, célebre ahora en París. Murió en un campo de concentración y dejó cuentos extrañísimos y originalísimos y fascinantes. Te propongo esto: traducir un cuento suyo y publicarlo en Sur. […]. Además, haré un artículo (o «haremos», si preferís), rico en detalles e interpretaciones. Puesto que el asunto vale la pena, pues es literatura de primera calidad y de paso Sur publicará por primera vez —en Argentina— a un escritor que, según va la cosa, será pronto tan conocido como K. […]. Bueno, ma chère, prometí unas líneas y el tiempo pasa y debo salir.
Escribí poemas. Yo creo mucho en tus poemas. Y esto te lo digo con la única confianza que existe en mi reino de la desconfianza: la de creer saber dónde está el lugar de la poesía”.
(el texto completo, en la revista «Letras Libres»)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario