Amarcord cumple cincuenta años, y en La Nación, lo celebramos con esta nota.
«Fellini busca, en efecto, un término que exprese dos perspectivas o direcciones posibles; que indique una cosa y también la contraria: ternura e ironía, juicio y complicidad, rechazo y adhesión. Y lo encuentra en la recreación de un vocablo: amarcord —un raro giro fonético, una paradoja verbal, la imitación de un desahogo—, que acaba renovándose en la mayoría de los diccionarios de Italia».
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